domingo, 23 de abril de 2017

El otro lado de la moda

Por: Daniela Lizeth Torres Rodríguez



Cubre necesidades de uso, estéticas y emocionales del individuo, jugando papeles importantes en la sociedad, ya sea por distinción, buen gusto o pertenencia a un grupo o tribu social, más allá de la finalidad de cubrir las necesidades básicas de protección y abrigo ante el clima o la higiene personal,  la ropa ha servido como un elemento de diferenciación social a lo largo de la historia.
Hoy en día, y desde hace ya vario tiempo, gracias a la facilidad que existe para acceder al mundo digital donde podemos familiarizarnos con un sinfín de información acerca de esta, la moda se ha convertido en algo más que solo un satisfactor de necesidades, la manera tan rápida y drástica en la que cambian las tendencias de moda resulta alarmante gracias a la ‘’necesidad’’ que sentimos por adquirir un producto nuevo, pensando que este nos posicionará en algún sitio privilegiado o nos hará tener una mejor calidad de vida,  haciendo que resulte igual de  alarmante lo que hace la industria de la moda por complacer dicha necesidad.
  El diseño ya no compite por su función, sino por su simbología y distinción de otros que se ofertan en el mismo mercado. Sometidos a un acelerado ritmo de innovación, los ciclos de vida de los productos se van acortando, y los diseñadores se ven cada vez más obligados a dar respuestas novedosas.
Estos cambios hacen que nos situamos en las sociedades de consumo maduro, donde el consumo se ha convertido en un hábito, en una parte de nuestra rutina. Y, donde los sujetos están educados y socializados en el consumo, a través de la publicidad y los medios de comunicación. Y, dada la inmensa variedad de posibilidades comerciales que la sociedad de consumo ofrece a los individuos, se ha pasado del “poder elegir” al “tener que elegir” los bienes y los estilos de nuestra vida. Lipovetsky, (2007) concibe a la sociedad de consumo maduro como la sociedad del hiperconsumo, pues las características espacio-temporales del consumo se han modificado enormemente, y donde ya no hay obstáculos para ejercer la condición de consumidores ni por motivos espaciales.

Moda rápida: ¿rápida para quién?

La tendencia Fast Fashion es una novedad entre las grandes marcas del mundo de la moda. Consiste en cambiar la oferta de sus tiendas de ropa cada quince días, surtiéndola de nuevas colecciones en lapsos de tiempo más breves de los que se  acostumbra tradicionalmente. Anteriormente se conocían las temporadas, primavera-verano o la temporada de otoño-invierno; estas ideas se han replanteado por una moda cambiante, al colocar nuevos productos con mayor rapidez, a un precio más asequible al consumidor, lo que permite llegar a un público más amplio.
 El concepto de las empresas dedicadas a la pronta moda modificó la idea de colecciones anuales y lanzaron su propia versión, llamada colecciones vivas. Las prendas que se confeccionan son diseñadas, fabricadas, distribuidas y vendidas casi con la misma rapidez con que el cliente cambia sus gustos. Creando un clima de oportunidad que consiste en hacerle entender al cliente que si algún modelo le gusta, es mejor que lo compre en ese momento porque lo más seguro es que la próxima semana no estará disponible, de modo que el cliente compra la prenda para no perder la oportunidad de adquirirla.
Se caracteriza por ofrecer prendas a precios accesibles en, como se menciona anteriormente, cantidades limitadas, fomentando las visitas frecuentes a las tiendas y la compra (Malcom Taplin, 2014).
En este tipo de empresas, los dos elementos más importantes son el tiempo y el diseño, ser capaz de ofrecer la última tendencia en el momento adecuado. La globalización ha hecho posible la producción de ropa a precios cada vez más baratos, tan baratos que muchos consumidores consideran este tipo de ropa como ropa desechable.
Impacto socioambiental del Fast Fashion

La moda rápida tiene una cara oculta que muchos no quieren ver, pues deja una huella de contaminación a cada paso del ciclo de vida de las prendas producidas, generando verdaderos riesgos sociales y sobre el medio ambiente. Si a esta rápida cadena de acumulación de productos añadimos procesos de producción altamente contaminantes y grandes consumidores de recursos, es bien sabido que la producción de muchos artículos textiles resulta perjudicial para el medio ambiente y para el ser humano. La contaminación no se origina sólo con las fibras sintéticas, sino que las fibras naturales tratadas con pesticidas, fungicidas, fertilizantes y demás productos químicos producen resultados tóxicos en los consumidores (Greenpeace, 2011).

Se ha caracterizado por ser una de las actividades más contaminantes, debido a los residuos que genera y los altos consumos de agua, energía y reactivos químicos. Las plantas de procesamiento textil emplean una amplia variedad de tintes y otros compuestos químicos, incluidos los ácidos, bases, sales, agentes humectantes, colorantes y otros acabados auxiliares. Muchos de estos no permanecen en el producto textil final sino que son desechados después de cumplir con un uso específico.

El trabajo esclavo es otra de las consecuencias de la cultura del derroche de ropa que se hace en cada temporada. Según las cifras de U.S. National Labor Committee, algunos trabajadores chinos ganan tan sólo 12-18 centavos por hora en condiciones de trabajo malas. Y con la competencia mundial que exige cada vez más costos de producción bajos, muchas economías emergentes dirigen sus esfuerzos a participar en los mercados del mundo del vestir, incluso si ello significa salarios más bajos y malas condiciones para los trabajadores. También cabe destacar el riesgo de la salud de estos trabajadores en todo el proceso de producción, como la utilización de sustancias cloradas para el blanqueamiento del algodón que producen irritación en los ojos, en las vías respiratorias, en la piel e incluso a niveles más elevados quemaduras. En los centros de teñido donde se utilizan disolventes, fijadores y tintes sintéticos también afectan en gran medida. Otros factores de riesgo son las elevadas temperaturas, la mala iluminación y la ausencia de salidas en caso de incendio o accidente.

Slow Fashion: Moda sostenible como futura vía

La moda sostenible vela por un cultivo más respetuoso con el medio ambiente, por el respeto a los derechos humanos y laborales, por la salud de las personas, para que el sector empresarial no utilice prácticas comerciales abusivas y busca garantizar un comercio internacional sin competencias desleales, favoreciendo un reparto de la riqueza más justo y fomentando nuevos valores (Velasco, 2013).
Aparte de ello, según (Castañeda, 2014) la moda sostenible persigue dos objetivos claros:
 - Impartir la información y la conciencia sobre los criterios medioambientales y sociales del consumidor para que vayan en aumento y para que las empresas que den respuesta a estas inquietudes sean las primeras en posicionarse con un valor positivo para el consumidor.
 - Pensar con tranquilidad en el futuro de las empresas, sabiendo que se tienen otras alternativas cuando empiecen a faltar recursos.
Hace énfasis en el aspecto medio ambiental como en el social, Slow Fashion (moda lenta) no es lo opuesto a Fast Fashion (moda rápida). No hay dualismo, es simplemente un enfoque diferente en el que diseñadores, compradores, distribuidores y consumidores son conscientes del impacto de los productos de vestir sobre las personas y los ecosistemas. A diferencia de los otros enfoques, en este el consumidor y sus hábitos aparecen como parte importante de la cadena. Y en contra de lo que se pudiera pensar, la moda lenta no es un concepto basado en el tiempo, sino en la calidad, que evidentemente tiene relación con el tiempo dedicado al producto. La mayor conciencia de todas las partes interesadas, una velocidad más lenta y el énfasis en la calidad dan lugar a relaciones diferentes entre el diseñador y el productor, el fabricante y las prendas de vestir, la ropa y el consumo.

“Cuando se habla de moda sostenible, o moda ética, es moda que no es peligrosa para el medio ambiente y que es responsable a nivel social", explica Virginia Rondeel (2011). También afirma que hay mucho desconocimiento por parte del público en general sobre este concepto, porque la gente o no sabe dónde comprar, o piensa que es cara, o moda hippie.

Según Rondeel, (2011), las ventajas de la moda sostenible son muchas, desde: “ayudar a disminuir el impacto medioambiental, a evitar algunas de las lamentables situaciones que viven trabajadores de todo el mundo”. El consumo de moda sostenible puede tener efectos positivos sobre la salud por el hecho de no ingerir los tóxicos que puede contener la moda tradicional y hasta para la salud mental, al saber que se están haciendo bien las cosas.

El concepto de moda sostenible tiene que dar respuesta al usuario o consumidor en dos cuestiones: por un lado, que sea sostenible y justa y, por otro, que cubra las necesidades de identidad, uso y estética del individuo. De este modo, el ciudadano informado podrá elegir reflexivamente prendas que le den satisfacción, cubran sus necesidades y con las que tenga una mayor vinculación emocional, evitando así lo superfluo, el excesivo consumo de materiales y energía, ya que, aunque cada prenda individual tenga una baja huella ecológica, si consumimos un exceso de ellas, estamos multiplicando el impacto ambiental y el consumo de recursos. (José Soler, 2011).


Contrarrestar el daño

El sector textil ha comenzado a realizar esfuerzos para adecuar su producción a las exigencias del desarrollo sostenible. La producción de algodón ecológico crece cada año, se investiga sobre fibras menos peligrosas para el medio ambiente y la exigencia de sistema de gestión ambiental en las fábricas es cada vez mayor, mejorando así el uso de los recursos naturales reduciendo la contaminación.
 Algunas empresas del sector textil y de la moda ya están empezando ha hacerlo. También están empezando a surgir campañas e iniciativas sobre el reciclaje, mejoras del impacto medioambiental, promoción de derechos sociales en todo el mundo. Diseñadores, grandes marcas y minoristas, así como sindicatos, administraciones públicas y organizaciones sociales se están involucrando en este proceso.
En el sector textil se ha comenzado a investigarse la utilización de otras materias primas diferentes a la del algodón y las fibras sintéticas. La industria de la moda está introduciendo el uso de fibras vegetales con menor impacto medioambiental como el cáñamo, el bambú y la ortiga, fibras naturales como la seda, lana y lino, fibras artificiales de recursos renovables como la viscosa, el rayón  y el reciclaje de materiales plásticos y del caucho. También se está avanzando en la producción de algodón sostenible, con certificado ecológico e introduciendo prácticas de agricultura integrada.
Por otra parte la industria textil a comenzado a introducir la gestión ambiental en la toma de decisiones empresariales, teniendo en cuenta principios y políticas que contribuyan a un sistema económico justo y ecológico, reduciendo en la producción los vertidos, las emisiones y la contaminación del aire, la generación de residuos y promoviendo el uso eficiente de los recursos naturales.

También empiezan a incidir en el principio de reducción de lavados y acabados, en el principio de sustitución de sustancias químicas peligrosas por sustancias no toxicas, tintes naturales y en la reducción de embalajes.
Se habla también de la utilización de recursos y trabajadores locales. Esta medida se presenta como una alternativa a la estandarización y centralización derivadas del sistema global. Se fomenta el uso de lo disponible localmente, y el intercambio de aquello que no se puede producir; esto da lugar a economías mejor distribuidas, en las cuales se valora la singularidad y la diversidad y se respetan los derechos de los trabajadores. Alrededor del mundo están surgiendo iniciativas que conectan comunidades locales con sistemas de producción transparentes y con menos intermediarios, y ofrecen al consumidor productos con un valor material y cultural más alto. Un buen ejemplo es el diseñador Carlos Miele, que trabaja con la cooperativa de mujeres costureras Coopa-Roca, en Rio de Janeiro. Así, se busca dar oportunidades a las mujeres en riesgo de exclusión social y aprovechar las habilidades regionales (Kozlowski et al., 2012; Clark, 2008).


Estamos a tiempo y es tarea de todos

Con todo lo anteriormente mencionado,  como consumidores, y a manera de conclusión, debemos tener en cuenta que:

 Consumir no es solo satisfacer una necesidad o un deseo individual: al consumir estamos colaborando en todos los procesos que hacen posible el bien o servicio consumido, seamos conscientes o no de ello. Y estos tienen impactos económicos, sociales y medioambientales.
La moda va más allá de la ropa: nos permite expresar nuestra identidad, genera bienestar, fomenta la creatividad y conecta a miles de personas alrededor del mundo. Sin embargo, tiene un lado negativo desarrollado anteriormente en este trabajo, conocido en los peores casos por la explotación de trabajadores en las fábricas, la generación de moda desechable, el desperdicio de recursos y el fomento del consumo insostenible. ¿Tiene que ser así necesariamente?
Respecto a esta investigación nos hemos podido dar cuenta que la moda rápida se ha convertido en una industria problemática por su impacto sobre el medio ambiente y por la propia explotación de sus trabajadores. Que el consumo de usar y tirar responde a la demanda de un consumo cada vez más rápido y barato, a la búsqueda de una constante reformulación de la identidad, que dañan tanto a nivel individual como global.
Y que sin duda algo que nos corresponde hacer a todos es poner en marcha un consumo más responsable: de reducir, reutilizar, reciclar y donar.








Referencias:

Barreiro, A. (2012). ''Moda y Sostenibilidad''. Consultado en: http://www.fes-sociologia.com/files/congress/12/papers/3820.pdf

Barrios, C. (2012) ''El impacto ambiental del fashion (pronta moda)''. Recuperado de file:///C:/Users/HP%20DV6000/Downloads/520-485-1-PB.pdf

Castañeda, S. (2014). ''Moda sostenible''. Ecodes, Investigadora asocidad de ECODES y Business Development Manager. Organic Exchange Europe.en  Recuperado de file:///C:/Users/HP%20DV6000/Downloads/520-485-1-PB.pdf

Clark, H. 2008, "SLOW FASHION—an Oxymoron—or a Promise for the Future…?", Fashion Theory: The Journal of Dress, Body & Culture, vol. 12, no. 4, pp. 427-446. Recuperado de ttps://repositorio.comillas.edu/jspui/bitstream/11531/4326/1/TFG001193.pdf
Greenpeace (2011) ''La contaminación viste a la moda’’. pp: 1-43. Recuperado de http://repositorio.uta.edu.ec/bitstream/123456789/20148/1/Tesis%20Final%20.pdf

Kozlowski, A., Bardecki, M. & Searcy, C. 2012, "Environmental impacts in the fashion industry", Journal of Corporate Citizenship, vol. 2012, no. 45, pp. 16-36. Recuperado de https://repositorio.comillas.edu/jspui/bitstream/11531/4326/1/TFG001193.pdf

Lipovetsky, G (2007). ''La felicidad paradójica''. Ensayo sobre la sociedad del hiperconsumo. Barcelona: Anagrama

Malcolm Taplin, I. 2014, "Global Commodity Chains and Fast Fashion: How the apparel industry continues to re-invent itself" ( "Global Commodity Chains y Fast Fashion: cómo la industria del vestuario continúa reinventándose") , Competition & Change, vol. 18, no. 3, pp. 246-264. Recuperado de file:///C:/Users/HP%20DV6000/Downloads/520-485-1-PB.pdf

Rondeel, V. (2011). ''Ecomoda, la nueva tendencia en el diseño''. Editorial Gustavo Gili. España. Recuperado de http://repositorio.uta.edu.ec/bitstream/123456789/20148/1/Tesis%20Final%20.pdf

Ross, M. (Prodcutor) Morgan, A. (Director). (2015). The True Cost. EUA. Life Is My Movie Entertainment, Untold Creative.
Soler, J. (2011) ‘‘¿Cómo se puede establecer un “consumo responsable” en moda? Procesos de creación y nuevos hábitos de consumo se suman para construir un panorama más razonable que haga posible un sistema de la moda sostenible''.  Recuperado de http://oa.upm.es/16281/1/INVE_MEM_2012_132975.pdf

Velasco, A. (2013). ''Ecomoda para un mundo sostenible'' http://www.calle20.es/1574/moda/ropa/ecomoda-para-un-mundo-sostenible/. Consultado el 22 de Abril del 2017

Imagen: Looks de 87MM Fall-Winter 2017/18 en Seoul Fashion Week, 2017.


Presentación: https://www.slideshare.net/DannietR/el-otro-lado-de-la-moda

1 comentario:

  1. Muchas personas que empiezan a llevar ropa ecológica también aprenden a personalizar y confeccionar su propia ropa. De este modo, te mejorarás a ti mismo a la vez que salvas el planeta ropa ecológica Palamós.

    Serás una carga menor para los recursos de nuestro planeta
    Los materiales de la ropa consumen mucho. Especialmente el algodón, así como muchos otros. Los materiales para confeccionar la ropa se agotan rápidamente y, para mantener la demanda, se han utilizado prácticas agrícolas perjudiciales para el planeta. Al comprar ropa hecha con materiales renovables como el cáñamo, se reduce la demanda. De este modo, se reduce la contaminación que provoca la fabricación de ropa.

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