Una falacia es un razonamiento no válido o incorrecto pero
con apariencia de razonamiento correcto. Es un razonamiento engañoso o erróneo
(falaz), pero que pretende ser convincente o persuasivo. Todas las falacias son
razonamiento que vulnera alguna regla lógica. Así, por ejemplo, se argumenta de
una manera falaz cuando en vez de presentar razones adecuadas en contra de la
posición que defiende una persona, se la ataca y desacredita: se va contra la
persona sin rebatir lo que dice o afirma.
No debemos confundir validez y verdad, como ya hemos visto y
las falacias se caracterizan porque algo falla en el razonamiento mismo, es
decir, o falla la forma y falla el contenido o significado ---la materia--- de
los argumentos supuestamente lógicos o válidos. Así es en algunos casos el
problema es la ambigüedad de algunos términos, que nos permitía utilizarlos con
dos sentidos distintos en distintas premisas, con lo que al final llegábamos a
una conclusión disparatada. Otras veces, en cambio, lo que están mal son las
premisas (partimos de premisas falsas que nos parecen verdaderas). Finalmente,
hay veces en que lo que está mal es la relación misma entre las premisas (que
no es lógica).
Por tanto, clasificamos las falacias en formales y no
formales o materiales.
Las falacias formales son argumentaciones en las que la
conclusión no se sigue (ni necesaria ni probablemente) de las premisas. La
forma misma del razonamiento es incorrecta, por lo que es imposible deducir lo
que se dice en la conclusión.
Falacias no formales que son razonamientos en los cuales lo
que aportan las premisas no es adecuado para justificar la conclusión a la que
se quiere llegar. Se quiere convencer no aportando buenas razones sino apelando
a elementos no pertinentes o, incluso, irracionales. Cuando las premisas son
informaciones acertadas, lo son, en todo caso, por una conclusión diferente a
la que se pretende.
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